La noche del 6 de marzo de 1972 se derrumba un edificio de diez pisos en la calle Capitán Arenas de Barcelona. En el siniestro pierden la vida dieciocho personas. Se intenta desviar la atención de la opinión pública diciendo que la explosión está relacionada con un grupo de extrema derecha. La intención: esconder una explosión de gas natural, de reciente y todavía deficiente implantación, que está sustituyendo el gas ciudad, un producto mucho menos eficiente y más contaminante. Este caso puso de manifiesto la carencia de libertad de prensa y la intervención del sector energético sobre los medios de comunicación. Desgraciadamente, los siguientes años hubo otras explosiones; la compañía Gas Natural no pudo negar que su nuevo producto, el gas natural, era el responsable. Santiago Vilanova, que entonces era periodista y siguió todo el caso, acabó procesado por criticar el indulto real a todos los encausados por aquellas explosiones y por el sobreseimiento de los sumarios abiertos. Ningún juicio oral nunca pudo explicar los orígenes de las explosiones, frustrando los derechos de los familiares de las víctimas.
Bosnia, la guerra que no nos contaron
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La peor consecuencia de la Guerra de Bosnia, aparte de sus cien mil muertos, 35.000 desaparecidos y un millón largo de desplazados, fue la consolidación de un país dividido en tres comunidades étnicas y la desaparición de la noción de multietnicidad, el tesoro más preciado de “la pequeña Yugoslavia”, como se la había llegado a llamar para ser una reproducción en pequeño del estado creado por Tito.