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Salvini & Meloni: hijos de la misma rabia

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Este libro describe el proceso político que ha transformado Italia durante los últimos 40 años y ha llevado la derecha radical, heredera de la extrema derecha, a poder gobernar el país.  Matteo Salvini y Giorgia Meloni son los hijos de un nuevo siglo en el que la derecha radical parece que avanza inexorablemente hacia el gobierno. Salvini ya estuvo en el poder, Meloni también, hace más de diez años, de la mano de Silvio Berlusconi. Hoy, todo indica que podrían gobernar sin el apoyo de la Forza Italia de Berlusconi.

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¿Cómo es posible que hoy dos partidos radicales ocupen todo el espacio de la derecha italiana? ¿Qué entendemos por partidos radicales populistas de derecha? ¿Qué los distingue de un partido de ultraderecha? ¿Qué consecuencias tiene para Italia y Europa su apogeo y su más que posible acceso al gobierno itiano?

Los partidos radicales de derechas son formaciones con tres características básicas: nativismo, autoritarismo y populismo. La Lega de Matteo Salvini y el Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni reúnen estas características, pero sus orígenes son muy distintos. Aunque en la actualidad ambos partidos pueden considerarse derecha radical, sus antecesores provienen de tradiciones muy alejadas entre sí. Por un lado, la Lega proviene de la Lega Nord, un partido etnoregionalista del norte de Italia, es decir, una formación con una fuerte impronta independentista, y un discurso étnico dirigido hacia un enemigo interno —Roma y el sur de Italia— y no tanto externo —los inmigrantes. Por otro, Fratelli d’Italia es heredera de Alleanza Nazionale, y ésta, a su vez, del Movimento Sociale Italiano (MSI), partido neofascista que reivindicaba el legado mussoliniano nacido tras la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial.

Para entender cómo hemos llegado a esta situación debemos remontarnos a la primera gran crisis del sistema político republicano en Italia. Un periodo que nos recuerda a la noción de crisis de autoridad descrita por Antonio Gramsci, en la que “muere lo viejo sin que termine de nacer lo nuevo, […] un interregno donde ocurren los más diversos fenómenos morbosos”.

A comienzos de los años noventa del siglo pasado, a casi un siglo de la muerte de Gramsci, Italia atravesaría una crisis que parecía salida de su pluma. La mayoría de los dirigentes políticos italianos se vieron implicados en una trama de corrupción que les obligó a dejar la política y entre 1992 y 1994 el país se vio sumergido en un interregno del que emergerían los más diversos fenómenos. Silvio Berlusconi, la Lega Nord de Umberto Bossi y la Alleanza Nazionale de Gianfranco Fini fueron las primeras consecuencias de esta crisis. Después vendrían Matteo Salvini, el Movimento 5 Stelle, y, por último, Giorgia Meloni. Y es que casi treinta años después, los ecos de Tangentopoli siguen resonando en el laboratorio político italiano.